SANTIAGO.-El gobierno dominicano realiza grandes inversiones de más de 20 mil millones de pesos en el Monorriel, y el Teleférico, en Santiago, mientras la población de escasos recursos pasan vicisitudes especialmente a la ahora de acudir a un centro de salud.
El Hospital Provincial Juan XXIII bajo la dirección del doctor Ronald Torres, localizado en la parte sur de la provincia de Santiago, es la muestra más evidente de la precariedad con que se ofrecen los servicios sanitarios estatales.
Ayer, todas las actividades en dicho hospital, fueron suspendidas y tuvo que ser cerrado al medio día ante la falta de energia eléctrica, debido a que la planta de emergencia se quemó, porque según las informaciones no le echaban aceite.
El personal médico y de enfermería tiene que usar muchas veces las linternas de sus celulares para atender a los pacientes que asisten allí de emergencia o que acuden a buscar un diagnóstico.
Las informaciones dan cuenta que la mayoría de los centros sanitarios del sector público en la periferia de la provincia de Santiago se encuentran en la mismas condiciones que el hospital Juan XXIII al borde del precipicio y ameritando la urgente intervención del doctor Mario Lama, director ejecutivo del Servicio Nacional de Salud.
Se recuerda que a principio de mes un conato de incendio afectó en horas de la noche el área de enfermería del hospital Juan XXIII en el sector Pekín de la zona sur Santiago dañando sus instalaciones.
A las labores de extinción del fuego se sumaron vecinos del área, quienes expusieron sus vidas al intentar ayudar sin contar con el equipo adecuado para estos fines, ya que los bomberos tardaron tres horas en llegar y en el área que pasó no había agua (problema recurrente) y en dicho centro sanitario no hay ni un extintor.
Hasta el día de hoy, las causas aún no se conocen, aunque presuntamente está descartado que haya sido un cortocircuito. Inicialmente apuntaba a un microondas, pero el día anterior un empleado informal hizo una instalación eléctrica poco profesional, información que fue ocultada a las autoridades correspondientes, al igual la escasez de agua de la cisterna del hospital.
El ciniestro físicamente solo afectó el vestidor de enfermería, pero los efectos de la humareda impactaron toda el área de internamiento y cirugía.
En pleno evento no se despacharon a los pacientes, agrabando su estado de salud, asi como pusieron en riesgo al personal, muchos de ellos presentaron problemas respiratorios, como asma, bronquitis.
La noticia del incendió no trascendió, mucho menos lo que sucede en este hospital otrora modelo universitario hoy día de cuestionable manejo y funcionamiento, como la mayoría de centros públicos de esta provincia de Santiago, según una fuente de entero crédito .
