Por Raúl Germán Bautista.- Las carreras clandestinas en la República Dominicana continúan su alarmante expansión, convirtiéndose en un fenómeno social complejo que no solo pone en riesgo vidas humanas, sino que también desafía las autoridades y la seguridad pública.
Aunque históricamente estas competencias han sido vistas como una expresión juvenil de rebeldía, hoy día han evolucionado en una subcultura con estructuras organizativas, redes de financiamiento, y complicidades a distintos niveles, lo que dificulta su erradicación.
Las cifras de accidentes fatales continúan creciendo, a la par que los operativos policiales para frenar estas actividades ilegales se intensifican. Sin embargo, los corredores callejeros siguen encontrando formas de evadir la ley, alimentando una tradición que mezcla adrenalina, riesgos extremos, y una ambición que pone en juego la vida de todos los involucrados.
UN FENÓMENO QUE DESAFÍA LA AUTORIDAD.-
Lejos de ser solo una moda o un desliz juvenil, las carreras clandestinas de motocicletas en la República Dominicana se han convertido en una crisis de seguridad pública. Con un alto costo económico para el Estado y un fuerte impacto social, estas prácticas no solo perpetúan la ilegalidad, sino que contribuyen a la marginación de quienes participan en ellas.
Su origen, vinculado a la cultura automovilística callejera de mediados del siglo XX, refleja la falta de oportunidades para acceder a competencias en circuitos legales. No obstante, a pesar de los avances tecnológicos y la vigilancia policial, el atractivo de lo prohibido sigue alimentando esta subcultura.
ESTRUCTURAS INFORMALES Y REDES DE APUESTAS.-
Aníbal Germoso, de la organización Accidente RD, señala que las carreras clandestinas no solo son actividades de alto riesgo, sino que han logrado estructurarse bajo lo que él denomina una “Asociación de Corredores”. Aunque este grupo opera de manera informal, demuestra una organización sorprendente, con códigos, reglas y acuerdos que mantienen el flujo de estas competencias.
Por su parte, la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT) informó que en lo que va del año se han incautado más de 173 motocicletas utilizadas en carreras ilegales, realizadas en diversas provincias del país.
Un exmecánico de este mundo clandestino reveló que existen ajustes y modificaciones especiales en las motocicletas, que varían según el tipo de kilometraje y las exigencias de los corredores. “Me baso en los tipos de ajustes, me voy a lo más ligero con más potencia”, indicó, dando cuenta de la seriedad con que estos participantes modifican sus vehículos para obtener ventaja.
APUESTAS MILLONARIAS Y RECOMPENSAS PARA LOS CORREDORES.-
Las apuestas ilegales en estas competencias clandestinas pueden llegar a cifras astronómicas. Fuentes consultadas por N Investiga aseguran que las apuestas pueden alcanzar hasta los 2 millones de pesos, y los corredores que logran ganar pueden recibir hasta un 20% de las ganancias obtenidas.
En el submundo de las carreras, los corredores no solo arriesgan su vida en la pista, sino que también juegan un papel en un entramado económico informal que involucra a varios actores, incluidos apostadores y financiadores. Este sistema crea una red económica que, aunque ilegal, mueve grandes cantidades de dinero.
IMPACTO SOCIAL Y SEGURIDAD PÚBLICA.-
Además del riesgo físico, las carreras clandestinas representan una amenaza constante para la seguridad vial y la convivencia urbana. Los jóvenes involucrados en estas actividades, muchas veces provenientes de sectores vulnerables, encuentran en ellas una forma de evasión, aunque a costa de su bienestar y el de los demás.
