El equilibrio entre el sistema endocrino y el cerebro es una de las danzas más finas del cuerpo humano. El eje hipotálamo–hipófisis-tiroideo regula el metabolismo, la temperatura, el ritmo cardíaco y, de forma menos visible, el tono emocional y la estabilidad mental.
Desde el 2021 hemos notado en nuestra consulta un aumento de trastornos psiquiátricos que están asociados a trastornos tiroideos. Las alteraciones tiroideas son mucho más que un problema endocrino: silenciosamente transforman la energía, el estado de ánimo, las emociones y hasta la manera en que el cerebro piensa y siente.
Parte esencial de nuestro trabajo como médico psiquiatra es identificar los procesos biológicos, neurológicos y psicológicos que pueden estar provocando o agravando la patología mental de cada paciente. Para ello, es fundamental solicitar estudios complementarios —como análisis de sangre, neuroimágenes y evaluaciones neuropsicológicas— cuando el caso lo requiere.
Muchas personas llegan a consulta psiquiátrica esperando una receta inmediata, sin comprender que la verdadera labor médica es investigar qué está provocando la alteración mental. Dar un medicamento sin estudiar la causa puede, en algunos casos, empeorar la patología. Por eso, cuando no se trata de una urgencia (intento de suicidio que requiera internamiento en UCI), es fundamental realizar estudios médicos y neuropsicológicos que nos ayuden a entender el origen del problema —ya sea hormonal, bioquímico, neurológico o emocional.
El propósito de hablar del eje tiroides–cerebro es precisamente concientizar sobre la importancia de una evaluación médica integral, acorde con los avances científicos actuales, para que nuestros pacientes puedan sanar o controlar su patología.
La danza que se produce por el desequilibrio del eje hipotálamo-hipófisis-tiroideo (HHT) crea un desajuste en la función tiroidea, puede provocar que el cerebro piense más lento o más rápido, que las emociones se intensifiquen o se apaguen. Así, un desequilibrio endocrino puede manifestarse como ansiedad, irritabilidad, tristeza profunda o falta de energía, síntomas que con frecuencia son erróneamente atribuidos únicamente a trastornos psiquiátricos.
El eje hipotálamo-hipófisis-tiroideo (HHT) es como una cadena de mando que controla la energía y el metabolismo del cuerpo.
Funciona así:
El hipotálamo (en el cerebro) detecta cuando el cuerpo necesita más energía y envía una señal llamada TRH.
Esa señal llega a la hipófisis, que responde enviando otra hormona llamada TSH a la glándula tiroides (en el cuello).
La tiroides produce las hormonas T3 y T4, que regulan elmetabolismo, la temperatura corporal, el ánimo y la concentración.
Cuando hay suficiente T3 y T4, el cuerpo avisa al cerebro para que deje de producir TRH y TSH, evitando el exceso.
Los trastornos comunes relacionados con el ejeHHT surgen cuando alguna parte de este eje no funciona correctamente. Aquí te los resumo de forma clara:
1. Hipotiroidismo: debido al daño en la tiroides, déficit de yodo, o problemas en el hipotálamo o la hipófisis.
2. Hipertiroidismo: debido a enfermedad de Graves, nódulos tiroideos o exceso de yodo.
3. Bocio: aumento del tamaño de la glándula tiroides, visible en el cuello.
Puede deberse a falta de yodo, hipotiroidismo o hipertiroidismo.
4. Tiroiditis: inflamación de la tiroides (Ej. tiroiditis de Hashimoto o de De Quervain).
5. Trastornos hipotalámicos o hipofisarios secundarios: cuando el problema está en el cerebro, no en la tiroides. (Ej. un tumor, lesiones, infecciones, malformaciones congénita, efecto secundarios de medicamentos, cirugías, etc.).

Para este artículo nos enfocaremos en la glándula tiroides: produce hormonas tiroideas (T3 y T4), reguladas por la hipófisis mediante la TSH (hormona estimulante del tiroides).
Estas hormonas son esenciales para el metabolismo energético cerebral, la plasticidad sináptica, la neurogénesis y la síntesis de neurotransmisores como serotonina, dopamina y noradrenalina — pilares de la regulación del estado de ánimo, además favorecen al fortalecimiento óseo.
Cuando este eje se altera (hipotiroidismo o hipertiroidismo), el cerebro “siente” directamente los cambios metabólicos, lo que repercute en la esfera emocional y cognitiva.
Mecanismo neuroquímico: cuando la hormona altera los neurotransmisores.
Las hormonas tiroideas influyen directamente en la actividad eléctrica del cerebro:
A nivel sináptico, regula la expresión de receptores serotoninérgicos y dopaminérgicos, lo que determina la capacidad del cerebro para sentir placer, motivación y bienestar.
Cuando los niveles son bajos (hipotiroidismo), se reduce la disponibilidad de serotonina y dopamina, generando síntomas de depresión, fatiga y desinterés vital.
En el extremo contrario, el exceso de hormonas (hipertiroidismo) aumenta la liberación de catecolaminas, produciendo hiperactivación, ansiedad y pensamientos acelerados.
Esta conexión explica por qué, desde el punto de vista neuropsiquiátrico, un desequilibrio hormonal puede imitar o agravar trastornos del ánimo, como depresión, trastorno bipolar o ansiedad generalizada.
Como psiquiatra con experiencia en neuropsicología clínica, terapia familiar y alta gerencia, mi llamado es claro: la colaboración entre endocrinología, psiquiatría, neuropsicología y gestión clínica es clave para personalizar tratamientos.
“El tiroides y el estado de ánimo son aliados silenciosos. Cuando la glándula se desequilibra, la mente lo refleja: tristeza, irritabilidad o ansiedad pueden ser la primera señal de una alteración endocrina, no solo es emocional. Por eso, cada evaluación psiquiátrica debe incluir el estudio del perfil tiroideo. Cuidar el tiroides es cuidar el equilibrio mental.”


