NUEVA YORK.-Dcenas de distritos escolares de Long Island enfrentan un complejo desafío de salud pública luego de que nuevas pruebas revelaran niveles elevados de plomo en el agua potable de numerosos edificios escolares, como resultado de estándares estatales más estrictos impulsados por el estado de Nueva York.
Aunque el límite más estricto comenzó a aplicarse formalmente en 2022, su impacto se ha vuelto más visible ahora, al obligar a los distritos a reportar más fallas en sistemas antiguos de agua potable. Autoridades escolares señalan que el aumento en los hallazgos no necesariamente significa un deterioro reciente del agua, sino una vara regulatoria mucho más exigente.
“No es motivo para entrar en pánico”, afirmó Paul Defendini, superintendente del distrito escolar de Farmingdale, en declaraciones recogidas por el medio citado anteriormente, al recordar que las escuelas llevan casi una década realizando pruebas regulares en fuentes de agua destinadas a beber o cocinar. “Los padres pueden sentirse tranquilos de que esto ha sido monitoreado durante años”.
Defendini explicó que con estándares más bajos, es inevitable que aparezcan más resultados positivos, incluso en sistemas que antes cumplían con la ley.
Obligaciones inmediatas y notificación a familias
Desde el DOH, Michele Herdt señaló que el programa estatal tiene como objetivo detectar problemas de infraestructura y forzar acciones correctivas, no alarmar a las comunidades. Cuando una toma supera el límite, las reglas son claras: el distrito debe sacar la fuente de servicio, reparar tuberías o accesorios, volver a realizar pruebas y notificar por escrito a padres y personal escolar.
En total, 64 distritos escolares de Long Island registraron al menos una toma de agua por encima del límite estatal. Más de 40 distritos se encuentran en el condado de Suffolk y más de 20 en el condado de Nassau, de acuerdo con los datos oficiales.
El estado no ha revelado cuán altos fueron los niveles de plomo en cada escuela, sino únicamente cuántas tomas excedieron el umbral en cada edificio.

Infraestructura envejecida, una causa conocida
Para defensores ambientales, los resultados no sorprenden. Maureen Murphy, de la organización “Citizens Campaign for the Environment”, explicó que muchas escuelas de Long Island operan en edificios con infraestructura antigua, incluidos sistemas de tuberías que pueden liberar plomo con el tiempo.
Como medida preventiva, recomendó que los padres envíen a sus hijos a la escuela con botellas de agua reutilizables, una práctica que ya se ha vuelto común en varios distritos.
Adiós a los bebederos tradicionales
En Farmingdale y otros sistemas escolares, los bebederos antiguos están siendo cerrados de forma permanente y reemplazados por estaciones modernas de llenado de botellas. Defendini aseguró que la mayoría de los estudiantes ya utiliza estas alternativas.
“Los alumnos caminan con su botella y la rellenan. Los bebederos prácticamente dejaron de usarse”, dijo el superintendente.
Hasta ahora, agregó, el distrito ha cumplido con la obligación de notificar a los padres mediante cartas, sin recibir quejas formales.
Según apunta The New York Post, la reacción no ha sido tan tranquila en todas las comunidades. Rich Santos, padre de familia en Bay Shore, expresó su indignación luego de que se supiera que la escuela secundaria local superó los límites de plomo en seis tomas de agua.
“Uno envía a sus hijos a la escuela confiando en que lo básico está cubierto. El agua limpia no debería ser una pregunta”, afirmó.
Entre los estudiantes, la respuesta ha sido pragmática. Jayden Curry, alumno de Brentwood High School, dijo que planea llevar una botella grande todos los días. “Será molesto cargarla, pero no voy a beber agua con plomo”, comentó.
¿Qué sigue para los distritos afectados?
Las reglas estatales exigen que todos los distritos que superaron el límite ofrezcan agua potable gratuita por medios alternativos, mientras implementan planes de remediación inmediatos. Solo después de obtener resultados satisfactorios en nuevas pruebas, las tomas pueden volver a utilizarse.
Mientras avanzan las reparaciones, el debate continúa en Long Island, donde padres, educadores y autoridades coinciden en un punto esencial: la seguridad del agua escolar no es negociable, especialmente cuando se trata de la salud de los niños.


