QUITO.-Los ecuatorianos rechazaron de manera contundente las cuatro preguntas del referéndum impulsado por el presidente Daniel Noboa, en una jornada electoral que redefine el panorama político del país.
Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), el No se impuso en todas las propuestas: alrededor del 60% en la eliminación de la prohibición de bases militares extranjeras, 57% en la supresión del financiamiento público a los partidos, 53% en la reducción del número de asambleístas y cerca del 61% en la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

Ante resultados considerados irreversibles, Noboa reconoció la derrota y aseguró que su gobierno respetará la voluntad popular: “Consultamos a los ecuatorianos y ellos han hablado… seguiremos trabajando con las herramientas que tenemos”, afirmó en un mensaje difundido en X.
Las reformas que no avanzaron
El paquete de reformas buscaba modificar pilares del sistema institucional vigente desde la Constitución de Montecristi de 2008. Entre ellas figuraba permitir bases militares extranjeras en territorio nacional, eliminar los fondos públicos que sostienen a partidos y movimientos, reducir la Asamblea de 151 a 73 escaños y abrir un proceso constituyente para redactar una nueva Carta Magna.
Sin embargo, el electorado —con una alta participación de jóvenes, casi la mitad menores de 40 años— rechazó en bloque las propuestas, enviando un mensaje claro: no desean cambios acelerados en la arquitectura institucional del país.
Resistencia política y social
Aunque la campaña fue breve y sin debates oficiales, sectores opositores lograron organizarse. La Conaie, organizaciones sindicales, varios partidos y movimientos sociales impulsaron el No, alertando sobre el riesgo de entregar más poder al Ejecutivo, debilitar el financiamiento de los partidos y permitir presencia militar extranjera.
Del lado oficialista, el Gobierno y sus aliados defendieron el referéndum como una vía para modernizar el Estado y enfrentar la crisis de seguridad. No obstante, sus argumentos no lograron contrarrestar la desconfianza ciudadana.
Un voto marcado por la cautela
El país llega a este referéndum tras años de inestabilidad: sucesión de presidentes, disolución anticipada del Congreso en 2023 y una ola de violencia que ha convertido a Ecuador en uno de los países más peligrosos de la región. En ese contexto, muchos votantes optaron por la prudencia.
La experiencia reciente de reformas profundas —incluida la Constitución de 2008— generó temor a nuevos rediseños institucionales sin garantías de mejoras tangibles. Para amplios sectores, el No se convirtió en un freno a cambios considerados demasiado amplios y poco debatidos.
Un revés para el Gobierno, un reto para la oposición
El resultado representa un golpe político para Noboa, quien pierde la oportunidad de reconfigurar el escenario legislativo y abrir la discusión de una nueva Constitución. Deberá gobernar con las mismas reglas, una Asamblea fragmentada y un contexto económico y de seguridad crítico.
Para la oposición, la victoria del No no se traduce automáticamente en apoyo, sino en la responsabilidad de construir alternativas concretas. La ciudadanía frenó las reformas, pero mantiene la expectativa de respuestas efectivas ante la crisis nacional.
En una nación acostumbrada a mecanismos plebiscitarios, los ecuatorianos optaron esta vez por mantener el statu quo: sin bases militares extranjeras, sin cambios drásticos en la representación legislativa, sin alterar el financiamiento político y sin abrir un proceso constituyente.


