El agua potable de Nizao y Santana y la de la playa de Sabana Uvero, comunidades de la provincia Peravia cercanas a la generadora de electricidad Punta Catalina, tienen una alta concentración de metales y minerales asociados al carbón, su materia prima, a las cenizas que produce y a las aguas residuales, igual contiene rastros del compuesto químico propilenglicol. Esto es nocivo para personas, animales y cultivos.
Análisis realizados por este medio en Laboratorios Franja, arrojan que la concentración de níquel, tóxico en exceso, está en 0.107 partes por millón; 0.100 en Santana y 2.93 en Sabana Uvero. La cantidad aceptable es 0.02.
El gerente de investigación del centro, Frank Reyes, plantea que estos hallazgos son indicio de que el aire transporta las partículas a gran distancia y de que las aguas residuales van al subsuelo y al mar. Advierte que el país entero está en riesgo y que contiene más contaminación que Haití.
El cromo, también cancerígeno, cuyo nivel no debe pasar 0.01, en Nizao está en 00.03; Santana 0.02, igual en Sabana Uvero. Presente en aguas residuales industriales. Cadmio, ataca los riñones, produce infertilidad, cefalea, náuseas, dolor abdominal, diarrea, fatiga. No debe exceder 0.005 PPM y las tres comunidades lo tienen en 0.02.
Potencial de Hidrogeno (PH) asociado a cianuro arroja 10 en cianuro en Sabana Uvero, y cero en las otras demarcaciones. El máximo es 0.01. Lo que indica que en todas está alto. El PH en todas es cuatro, lo que vuelve el agua ácida, pues el equilibro es siete. Esto deriva en intoxicación e infecciones.
En cuanto al carbonato Sabana Uvero registra cero; Nizao 180 y Santana 240. Causa intoxicación, irritación ocular, quemaduras y males gastrointestinales. La prueba general a metales pesados determinó una proporción de 100. Debe ser cero.
De propilenglicol los tres pueblos acumulan 20 %. Reyes explica que es un fluido de transmisión de calor y aditivo para potenciar la producción de energía y alerta que podría haber un derrame que vaya a las aguas. Provoca malestar estomacal, náuseas, diarrea y congestión nasal.
¿Coincidencia?
Las denuncias sobre contaminación y muertes empezaron casi parejas con la apertura parcial de la central termoeléctrica, en febrero 2019, en la comunidad banileja Catalina. Pero las protestas no detuvieron la inauguración, el 29 de julio de 2020, durante la gestión de Danilo Medina. Ni paralizaron las operaciones en los dos mandatos del actual gobernante Luis Abinader.
El administrador de la generadora y presidente del Consejo Unificado de las Empresas Distribuidoras de Electricidad (CUED), Celso Marranzini, a quien este medio contactó, y prometió responder, lo que no hizo, ha reiterado que es la más eficiente, mejor que las de gas y que contamina menos que el parque vehicular del país.
Desde hace finales de los ‘80, la principal fuente de generación de electricidad en el mundo es el carbón, con 2094,732 megawatss. China, con 1.075, 401; india, 231.947 y Estados Unidos, 226.978 son los que más lo usan. El año pasado, el gigante asiático invirtió el equivalente a RD$300 mil millones en medicamentos para tratar las enfermedades que causa.
Estudios del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente aseguran que el carbón mineral favorece la progresión de patologías cardiovasculares, cardiorrespiratorias, renales, cáncer, gastrointestinales, mentales, aumento de mortalidad general y aceleración del calentamiento global, reflejado en elevación del mar, extinción de especies, huracanes, sequías y calor más crudos.
Los datos para este reportaje fueron levantados el miércoles 29 de octubre y según Nurys Dolores Paulino, miembro de la Coalición por la Defensa de la Salud y del Medio Ambiente, en lo que iba de semana ya habían muerto tres personas. Dice que, en febrero, en siete días fallecieron en Nizao ocho niños, de entre siete meses y un año, por neumonía y vómito.
El médico investigador que guió el extenso recorrido para este trabajo, asegura que antes de la instalación de la productora de electricidad, no tenían un registro tan alto de afecciones.
Consigna que infantes y ancianos son las principales víctimas pero que no están lejos en proporción mujeres y hombres, de 19 a 49 años, con precario acceso a atención de calidad, pues carecen de facultativos que puedan enfrentar esa morbilidad, lo que condena a padecer y a morir. A veces sin un diagnóstico certero.
“Hay un acuerdo con academias extranjeras para tomar muestras, pese a esto, las direcciones de hospitales entorpecen las necropsias, sobre todo en Nizao, con mayor registro de casos”, afirma.
Declara que la provincia no cuenta con laboratorios capaces de arrojar un resultado preciso, que permita confirmar que los efectos los provoca las plantas y que el Nacional cerró el área que podía efectuar esa labor y están maniatados.
Define vergonzoso el atraso en el reporte de enfermedades y que los datos de la semana epidemiológica12 fueran entregados en la 43, un subregistro enorme, peligroso. “El ministerio no sabe lo que pasa aquí. El retraso, el incremento de males ligados a Punta Catalina. La cantidad de criaturas que han muerto”.
Sustenta que muchos síntomas extraños fueron atribuidos a que el covid coincidió con el estreno de ese “veneno” pero que el coronavirus que lo produce ya no está y los signos continúan. Cita daños al medioambiente, reflejado en agua y sembradíos contaminados.
Un extenso catálogo de reclamos
La larga travesía continúa después de pasar por el seco canal Marcos A. Cabral, de bajar del cerro colonizado por los braceros y contemplar el hermoso paisaje al otro lado, repleto de vegetación verdeazulada. Sigue hasta cerquita de las montañas ficticias. Un camión traslada la que quedaba al lado del conducto.
La vista es casi cubierta por una plantación de caña, que el epidemiólogo explica es lo que queda del ingenio, pues sus dueños, la familia Viccini, “ante el daño que sufrirían con Punta Catalina, decidieron invertir en paneles solares y el Gobierno los indemnizó”.
Deplora no haga lo mismo con otros propietarios, sobre todo, pequeños agricultores, que afirma han sido perjudicados de forma severa.
El trayecto concluye frente a la entrada de las instalaciones de la central, donde un enorme letrero la anuncia. El guía levanta el índice derecho para señalar a pocos pasos un sembradío de plátanos que languidece y de lo que culpa a la empresa.
“Esas plantas son viejas, desechadas de Estados Unidos y subcríticas, por su alto nivel de contaminación y las trajeron sin ninguna verificación de su efecto en la salud y no conformes, pretenden poner otra”. Por esto, califica de irresponsables a las autoridades.
Suma que el país no cuenta con los controles regulares, los europeos, que es normal un impacto. No obstante, “no así a tan corto plazo”.
El aspecto técnico y el costo que nadie sabe
El Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI), con el que está sincronizada, desglosa que la central, que opera en terrenos comprados a los Viccini, genera 752 megawats brutos, aportados por dos unidades de 376 cada una, que cubren entre el 30 % y el 35 % de la demanda nacional, en su máxima potencia. Son también las que mayor cantidad de fallas registran.
Su construcción que duró siete años, empezó en diciembre de 2013. El costo final está velado. Antonio Almonte informó el 30 de julio de 2020, días antes de asumir el Ministerio de Energía y Minas, que costó más de US$3, 000 millones, con lo que contradijo al titular de Hacienda Donald Guerrero, que señaló seis meses antes, el 13 de febrero, que implicó US$2,150 millones.
No obstante, el 18 de marzo de ese año, la institución sumó US$395.5 millones, lo que elevaba el monto a US$2,542.5 millones. El 10 de abril de 2024, ya en funciones, Almonte reportó que el costo exacto era de US$3,400 millones. Esas cifras sobrepasan con creces el contrato inicial de US$1,945 millones.
Las enormes montañas… de ceniza
Desde El Alto de los Melones, comunidad rural vecina a la que aloja a las plantas, son visibles cuatro montañas de distintos tamaños, una al lado y tres a un promedio de 300 metros de la chimenea de Punta Catalina. Son las cenizas, movidas cada vez que hay una cantidad considerable.
La más grande cubierta de yerba. Al rodearla, queda expuesta.
Asemeja una loma natural. El perito que colaboró en la recopilación de referencias detalla que fue aplastada, cubierta con una lona, después con tierra y luego sembraron grama. Imputa la pelazón que exhibe en partes a la corrosión que provoca.
“A los empleados que mueven ese material los cambian cada seis meses. Son 200 mil toneladas al año”, comenta.
Muy próximo, un asentamiento de haitianos que trabaja en la cada vez más exigua plantación de caña del ingenio San José. En precarias casitas, a expensas, según el médico, de las afecciones que genera la estructura, que lanza un humo blancuzco, por su larga nariz a rayas blancas y rojas.
“El lote de polvillo va a los caudales. Lo negociarían con una cementera, pero al tener cal, para disimular el color negro del humo, no lo pudieron vender. Las lluvias disminuyeron su tamaño, lo que significa que corrió hasta los ríos. Les propusimos llevarlo al cementerio para esos residuos en California, no aceptaron”, cuenta el especialista.
Arguye que tampoco cumplen con el sistema de enfriamiento de las calderas, que no hicieron las piscinas para ese procedimiento y las aguas calientes arrastran metales y van al mar, lo que acabó con las especies y mermó el sustento de pescadores.
Abundancia de paneles solares y refutación de informes
Los alrededores de la termoeléctrica Punta Catalina están colmados de paneles solares, una paradoja, por la cantidad de energía que según los datos oficiales produce.
Para que haya más, Nurys Dolores Paulino, de la Coalición por la Salud, indica que propusieron al Gobierno un proyecto con una primera partida de 50, a ser adquiridos solo por los miembros de una cooperativa.
Cree que esto reduciría la contaminación que generan las plantas, lo que dice asentaron con el estudio elaborado en 2022. “Sería trabajado en coordinación con el Ministerio de Medio Ambiente que luego rehuyó y debimos hacerlo con otras organizaciones no gubernamentales y el aval de laboratorios nacionales, extranjeros, universidades y técnicos”.
Su compañero Enrique de León explica que esa indagación fue acogida en 2024 por la Comisión del Niño de las Naciones Unidas, en Ginebra, Suiza, lo que obligó al Gobierno a organizar una Mesa de Diálogo y Concertación entre Punta Catalina y Peravia, en especial con los afectados, pero que aún esperan.
En 2023, la Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Santo Domingo presentó un aporte disidente a ese análisis, del que De León afirma “no tiene base científica”.
Lo que el agua arrasó
Las cenizas de Punta Catalina salen cerca de un humedal y el epidemiólogo que guió la visita asegura que llegan hasta la represa Valdesia y de ahí a la capital, que la planta de tratamiento no basta y que el mar lo desviaron en Sabana Uvero y tragó estructuras como la carretera y el hotel cabañas Cuba.
“Lo recondujeron para construir el muelle de 1.3 kilómetros que recibe el carbón que alimenta a las plantas. Levantado en 2018 y un año después ya no existía calle”, interviene el representante de la Coalición por la Defensa de la Salud y Medio Ambiente, Franklin Ubrí.
La plaga, como definen sus contrarios a este proyecto, habría mermado la economía de las comunidades contiguas. Fincas con hasta 30 metros hundidos y que deben usar la puerta de la única con salida a la vía para sacar sus productos, la de un hombre con nombre distintivo: Santo Espiritusanto, cual señal.
El complejo turístico, ya es ruinas. Debajo de la playa, el área de las dos piscinas y el restaurant, y arriba, las cabañas carcomidas por el salitre. Ahora habitan un joven cuidador y su familia, una puerca y su marranito, gallos y gallinas enrejonados.
Ubrí indica que la llegada de excursionistas es nula, cuando recibían hasta 100 diarios, que quebraron los pequeños negociantes de comida y artesanía, a los que alimentaba el turismo.
Expone que Marcos Orellana, relator de la Organización de Naciones Unidas, acudió a investigar las denuncias y rindió un informe sobre daños, que luego visitaron la provincia eurodiputados y representantes de la izquierda española y las autoridades solo les prestaron una sala del cabildo de Baní y ninguna participó en la reunión.
Sostiene que la producción de arroz y de cebolla está en extinción por los contaminantes y los dueños de la poca salvada esperan por pago del Gobierno, que en la urbanización Finquita Gloria, vivían extranjeros pensionados y abandonaron, porque es inhabitable.
“Propusimos una mesa de diálogo y nada más designaron al viceministro Alexis Jiménez. Alegó que la cebolla perdida era de semilla mala, y lo refutó el vendedor, porque eso solo pasó en esta zona, en ninguna otra parte del mundo. Ese funcionario dijo que de Punta Catalina no hablemos”, lamenta.
Expone que la empresa quema un millón de toneladas de carbón al año y que el 20 % pasa a ceniza, el equivalente a un edificio de seis niveles.
El plan de resarcimiento contemplaba sembrar un millón de matas de caoba, que absorben el dióxido de carbono, producido por la generadora. Sin embargo, apenas en Nizao unas cuantas dan la bienvenida y sembrarlas tan juntas atrofia su crecimiento.
