Durante más de veintiséis años, los venezolanos hemos resistido. Resistido en las calles, en los hogares, en el exilio forzado, en el silencio impuesto y también en la palabra valiente. Hemos resistido dentro y fuera de Venezuela, pagando costos inmensos, pero sin renunciar jamás a la esperanza.
Hoy puedo afirmarlo con serenidad y convicción: esa lucha no ha sido en vano. Ningún sacrificio ha sido estéril. Todo lo contrario. Cada protesta, cada preso político, cada familia separada, cada joven que se negó a claudicar, ha sido siembra. Y la siembra, cuando es honesta y perseverante, siempre germina.
No hablamos de un futuro remoto, etéreo, que se pierde en promesas. Hablamos del presente, de este tiempo definitorio que estamos viviendo. El porvenir ya no es una ilusión distante: está en gestación ahora mismo. Como el parto de una madre que da vida, este proceso también trae dolores, pero son dolores que valen la pena, porque anuncian nacimiento, no resignación.
A lo largo de estos años hemos visto hechos concretos que nos sostienen. Hemos visto a un pueblo reencontrarse consigo mismo, superar el miedo, organizarse, votar cuando parecía imposible hacerlo, alzar la voz cuando querían imponer el silencio. Hemos visto a millones de venezolanos en la diáspora convertirse en embajadores de dignidad, talento y trabajo. Hemos visto a madres criar hijos en medio de la escasez sin rendirse, a maestros enseñar sin recursos, a médicos salvar vidas contra toda adversidad.
Hoy contamos con un liderazgo excepcional, probado en carácter y claridad. María Corina Machado representa la firmeza moral, la coherencia y la valentía que exige esta hora histórica. Edmundo González Urrutia encarna la serenidad, la sensatez y la vocación de unidad que reclama la reconstrucción nacional. Juntos, y acompañados por una ciudadanía despierta, conforman una esperanza real, no retórica.
Tenemos, además, una hoja de ruta clara: el Plan Tierra de Gracia, una visión de país que apuesta por la reconstrucción institucional, la recuperación económica, la justicia y la reconciliación. No partimos de cero. Partimos de la experiencia, del aprendizaje doloroso, pero también de la determinación colectiva de no repetir errores.

La comunidad internacional ha comprendido que la causa venezolana es una causa justa. Hoy existe mayor conciencia y disposición para acompañar el proceso de reconstrucción nacional. Y no es casualidad: Venezuela posee inmensos recursos naturales, pero sobre todo cuenta con su mayor riqueza, el talento humano. Una legión de ciudadanos bien formados, resilientes, creativos, que han demostrado en cualquier parte del mundo de qué están hechos.
Ese capital humano será la garantía de un rescate exitoso de un país que ha sido devastado, pero no derrotado.
El año 2026 se presenta como una oportunidad histórica. No porque creamos en milagros, sino porque confiamos en el trabajo, en la unidad y en la convicción de un pueblo que decidió cambiar su destino. Saldremos de esta porque ya hemos salido de lo peor: la resignación.

Saldremos de esta porque Venezuela está viva, porque su gente no se rindió, porque la verdad terminó imponiéndose sobre la mentira, y porque cuando un país decide reencontrarse con su dignidad, no hay fuerza que lo detenga.
Saldremos de esta. Y lo haremos juntos.
Cortesía: Plinio De Oleo/Solidaridad Internacional inc USA RD Vzla.


