domingo, noviembre 23, 2025
22.4 C
Nueva York

Sarah Pepén y el eco vacío del feminismo selectivo en República Dominicana

La mujer lleva 20 años esperando apoyo de organizaciones que defienden la violencia de género

En República Dominicana se habla mucho de violencia de género, pero se actúa poco cuando los agresores tienen poder. El caso de la periodista, piloto y docente y madre Sarah Pepén es quizás uno de los ejemplos más extremos, e incómodos, de violencia contra una mujer en nuestro país.

Incomoda porque toca a uno de los empresarios de medios más influyentes y exitosos del país: Juan Ramón Gómez Díaz.

Incomoda porque revela que en este país no todas las víctimas reciben el mismo respaldo.

Incomoda porque las organizaciones y colectivos que dicen alzar la voz por las mujeres han guardado, durante 20 años de ataques a esta mujer, un silencio que pesa como el plomo.

Cuando Sarah conoció a Affe Gutiérrez, un joven piloto como ella, encontró estabilidad y la posibilidad de formar una familia, la cual hoy mantiene después de veinte años. Pero ni siquiera pudo casarse en paz: tuvo que hacerlo a escondidas, sin siquiera la presencia de su madre, aterrorizada ante la idea de que su ex se enterara. La simple noticia de su matrimonio podía “desatar consecuencias”. Y así fue. Al regresar de su luna de miel, entró en lo que ella llama su “luna de miedo”: asedio, amenazas, presiones y la sombra de un poder que no la quería ver rehaciendo su vida.

Su madre y su hermana, empleadas públicas, fueron despedidas. Llegando al país tras la luna de miel su esposo fue arrestado mientras ella estaba embarazada y terminó condenado dos veces a 30 años por un hecho ocurrido tres años antes en el que no tuvo participación. Su suegro también fue enviado a prisión por seis meses. Ahogados por el acoso, la familia entera fue empujada al exilio, sin posibilidad de vivir en RD, porque —según relata Sarah— una sola llamada bastaba para bloquearles cualquier oportunidad laboral. A ella misma se le cerraron las puertas profesionales: ningún medio se atrevía a contratarla. El círculo de violencia aún hoy, dos décadas después es perfecto: castigo, aislamiento, compra de testigos falsos, procesos judiciales fraudulentos, abusa de poder silenciamiento y nadie que se atreva a defenderla.

La justicia también le dio la espalda. Y cuando finalmente un fallo de la Suprema Corte de Justicia reconoció que a ella y a su esposo se les violaron derechos fundamentales, ese triunfo llegó tarde y llegó solo. Porque en el momento más oscuro, nadie vino. Ni los grupos feministas, ni los colectivos de mujeres, ni las organizaciones que llenan titulares exigiendo justicia para otras. Solo la clase periodística la ha acompañado, y aun así, su voz se escuchó como un eco sordo dentro de un sistema aturdido por el poder empresarial.

Incluso cuando Luz García la entrevistó y anunció aquella primera entrevista, esta nunca salió al aire. Supuestamente el don advirtió que si salía habría “Una guerra de canales”. Lo cierto es que la entrevista fue archivada, sepultada para no incomodar al señor.

Entonces la pregunta es inevitable:

¿Por qué los grupos que defienden a las mujeres nunca apoyaron a Sarah Pepén?

¿Fue miedo? ¿Conveniencia? ¿Cálculo político? ¿O simplemente una mujer como Sarah —piloto, profesional, independiente, sin necesidad de tutelaje— nunca encajó en la narrativa que estos colectivos han decidido proteger?

En mi opinión, el silencio de muchos colectivos de mujeres frente al caso de Sarah no se explica por la falta de gravedad del acoso, sino por la forma en que estos grupos priorizan sus intervenciones públicas.

Para una parte del movimiento feminista, las denuncias que deciden respaldar suelen estar vinculadas a patrones estructurales, mujeres sin acceso a plataformas de defensa, o casos donde la víctima carece por completo de voz y recursos. En la narrativa interna de algunos colectivos, quizás Pepén no encajaba del todo en ese perfil: es una mujer con visibilidad mediática, clase media, con capacidad de acceso a instituciones y con un caso que, según su lógica, no representaba una problemática “sistémica”, sino un conflicto “personal” llevado al extremo. Esa lectura, acertada o no, influyó en su ausencia.

Los colectivos de mujeres en RD dicen luchar para que más mujeres denuncien, que ninguna tenga miedo de alzar la voz. Pero Sarah, que sí denunció, ha sido castigada por la indiferencia de estos y por todos incluyendo a su agresor y el Estado dominicano. ¡Y aun así sigue sola!, enfrentando a un monstruo que, en vez de desgastarse en el tiempo, parece haberse fortalecido.

Esta columna, más que visibilizar que en 20 años no la hayan apoyado, es una oportunidad de que esos colectivos se empoderen y pongan un ejemplo de que ¡ya basta!

Lo Más Leído de la Semana

PN instala agregado policial en cuartel de Providencia-USA

NUEVA YORK.- El director de la Policía Nacional en...

INFOTEP entrega certificados por validación ocupacional a dominicanos en Nueva York

 43 trabajadoras de la belleza y peluquería recibieron títulos...

Diomedes Tejeda explica funciones de Comisión Técnica que Investiga Terrenos del Estado

De los servicios de prensa del periódico digital EL...

Otras Noticias

Siete heridos en incendio en casa en Elizabeth, Nueva Jersey

NUEVA YORK.-Un incendio arrasó una casa en Elizabeth, Nueva...

Bad Bunny abarrota el Olímpico en una noche inolvidable en su segundo concierto consecutivo

SANTO DOMINGO.- “Un aplauso pa´mami y papi, porque en verdad...

Presidente de Brasil, «muy preocupado» por presencia militar de EEUU cerca de Venezuela

BRASIL.-El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo...

Trump exige cárcel para los congresistas demócratas que llamaron al Ejército a ignorar sus órdenes

WASHINGTON.-El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto...

Se dispara la cifra de médicos extranjeros que abandonan el Reino Unido por racismo

INGLATERRA.-Un número récord de médicos extranjeros que trabaja en...

Related Articles

Categorias Populares