Lic. Luis Rodolfo Abinader Corona,
Presidente de la República Dominicana:
En los circos estamos acostumbrados a ver espectáculos de acrobacias y malabarismo, donde los artistas se sienten realizados al captar la atención del público con sus saltos en el trapecio y su equilibrio en la cuerda floja.
Así, me imagino, se sintió usted, señor Presidente, aquel 23 de septiembre de 2023 en el Consulado Dominicano de Nueva York, cuando ofreció un discurso cargado de promesas y adornado con fábulas, ante una comunidad dominicana llena de esperanza, convencida de que el anhelado “cambio” por fin había llegado.
Pensamos que la diáspora dejaría de ser la alcancía de los políticos y el patio trasero de los gobiernos. Creímos que nuestros reclamos justos y repetidos, año tras año, serían finalmente escuchados.
Los servicios consulares. Los pasaportes, cartas de ruta, apostillas y demás trámites continúan con precios abusivos, que no guardan relación con los costos reales. Todos sabemos que los consulados se han convertido en fortines políticos, donde se premia a amigos y se castiga al bolsillo de la diáspora.
La diáspora: soporte olvidado.
Señor Presidente, las remesas que enviamos los dominicanos en el exterior superan los 10,000 millones de dólares anuales, sosteniendo hogares y dinamizando la economía nacional. Somos, sin duda, uno de los pilares más firmes de la República Dominicana. Sin embargo, seguimos siendo tratados como simples cajeros automáticos, sin voz ni representación real en las decisiones que afectan a nuestro país.
Propuestas que aún esperan respuesta
No basta con denunciar, también exigimos soluciones:
1. Derogación definitiva del decreto 430-17 y eliminación del cobro de los 10 dólares a dominicanos.
2. Reducción y transparencia en los costos de los servicios consulares.
3. Revisión de los impuestos a los boletos aéreos, para que viajar a la patria no sea un castigo económico.
4. Sucursales reales del Banreservas en las principales ciudades donde reside la diáspora.
5. Mayor representación política, con espacios donde los legisladores sean verdaderos representantes de las quejas de nuestra comunidades y no las megas botellas que no nos representan. Permita a los dominicanos en el exterior incidir en las decisiones nacionales.
Su espectáculo de promesas en Nueva York quedó como un show de luces apagadas, un acto circense sin magia, donde las ilusiones se desvanecieron dejando al descubierto una realidad amarga: que el cambio, en lugar de avanzar, parece haber retrocedido.
Señor Presidente, la diáspora no olvida. Y mientras no se cumplan las promesas hechas con tanto énfasis, su palabra seguirá sonando como un eco vacío, igual que un truco de ilusionista que engaña al público, pero nunca resiste la prueba del tiempo.


