Por: Marcos Álvarez
La Gran Arena del Cibao, antes conocida como el Palacio de los Deportes, es uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad de Santiago y un orgullo para toda la región norte.
Esta majestuosa instalación fue construida en el último periodo del los primeros gobiernos del doctor Joaquín Balaguer y remodelada en el año 2008 por el doctor Leonel Fernández, con una inversión que superó los 500 millones de pesos. Desde entonces, no se conoce ninguna intervención significativa para su mantenimiento.
A pesar de ser un escenario que genera cientos de millones de pesos anuales gracias a eventos como el Torneo de Baloncesto Superior de Santiago, el Torneo Nacional de Baloncesto y diversas actividades deportivas y culturales, la Arena del Cibao sufre un progresivo deterioro que amenaza su funcionalidad y prestigio.
En 2023, el periódico Diario Libre publicó un reportaje que evidenció el franco deterioro de la instalación, mostrando imágenes preocupantes del estado de sus estructuras, filtraciones y áreas afectadas por la falta de mantenimiento. Lamentablemente, desde entonces, la situación solo ha empeorado.
El más reciente episodio ocurrió durante un partido de la serie final del baloncesto superior, ante la presencia de los ministros de Deportes y Turismo, así como del alcalde de la ciudad.
El juego tuvo que ser suspendido momentáneamente debido a las filtraciones de agua que caían desde el techo del coloso santiaguero, producto de la lluvia. Un hecho vergonzoso que expone la desatención a un recinto que ha dado tanto a la ciudad.
Resulta incomprensible que, siendo esta instalación una verdadera “gallina de los huevos de oro”, no se destine parte de sus propios ingresos a su conservación. El principio básico de la sostenibilidad es cuidar aquello que nos aporta valor, y la Gran Arena del Cibao no puede ser la excepción.
Dejar que la lluvia y el tiempo sigan corroyendo esta estructura es hipotecar el futuro de cientos de eventos que aún están por celebrarse y despreciar el esfuerzo de quienes la construyeron y remodelaron con visión de grandeza.
Hacemos un llamado urgente a las autoridades competentes, al sector privado que se beneficia de esta infraestructura, y a la ciudadanía en general, para que, una vez finalice el actual torneo de baloncesto, se inicie de inmediato la reparación de todas las problemáticas que afectan la Gran Arena del Cibao. Puede que hoy no represente un peligro inminente, pero el agua corroe incluso los cimientos más sólidos.
Santiago y la región se merecen un espacio digno, seguro y moderno, a la altura de su historia y de su futuro.
